Ionización del aire
las moléculas del aire contienen pequeñas cargas eléctricas (positivas o negativas), fenómeno que se da normalmente en el aire que respiramos. Tales moléculas cargadas de electricidad se llaman IONES. Hay pues iones positivos y negativos, En la naturaleza suele haber, en condiciones normales, un cierto equilibrio iónico. La concentración normal de iones en el aire está entre los 1000 y los 2500 iones por centímetro cúbico con una proporción de cinco a cuatro en una atmósfera equilibrada. En las ciudades hay un exceso de iones positivos, mientras que en el campo y en las sierras abundan los negativos.
Un átomo o una molécula en estado neutro, tiene un núcleo positivo y una nube de electrones negativos, que giran alrededor del núcleo, tal como los planetas lo hacen alrededor del sol. Si el átomo tiene un electrón en exceso el conjunto se llama ion negativo, pues tiene más cargas negativas (electrones) que las positivas del núcleo. Si falta algún electrón se llama, inversamente, ion positivo, o carga estática, por predominar la carga positiva del núcleo sobre la nube de electrones negativos. El oxígeno negativo es mucho más respirable, porque al entrar a los alvéolos pulmonares, pasa fácilmente a la sangre. Esto es debido a que la sangre contiene hierro (que es positivo) y por lo tanto «pide» oxígeno negativo, pues sabemos que las cargas de signos diferentes se atraen, tal como sucede con los imanes.
Influencia iónica
Cerca de un 65% de ser humano está compuesto por oxígeno. Los cambios metabólicos están inducidos fundamentalmente por iones. Cuando el hombre se encuentra al aire libre, está sometido a una tensión eléctrica de unos 180V, pero no experimenta corriente por la incapacidad del cuerpo humano para almacenar carga eléctrica. En 1cm3 pueden haber cientos o miles de iones, según el lugar y sus características (iones pequeños, medianos y grandes). Desde el punto de vista biológico, sólo actúan los medianos y pequeños. Según investigaciones norteamericanas, el nº de iones negativos a lo largo del día es igual al de positivos: entre 300-600 iones/cm3.
Entre la corteza terrestre (cargada sobre todo negativamente) y el aire (cargado positivamente), se crea un campo de fuerza que ejerce una gran influencia sobre los órganos. Ya en los años 1920, las investigaciones de Tschishewskij demostraron el efecto positivo que los iones negativos producen en personas y animales. Su “teoría del intercambio orgánico de cargas” apunta a una reducción progresiva del potencial eléctrico de los seres humanos a medida que envejecen.
Por tanto cuanto mayor es el nº de iones negativos en el aire, el hombre envejece con menor velocidad. Durante los últimos 50 años, alguna investigaciones demuestran la acción favorable que los iones negativos provocan en la hipertensión arterial, asma, trastornos circulatorios o reuma. En estancias cerradas y polvorientas prevalecen los iones positivos, pero sólo los iones con carga negativa son beneficiosos desde el punto de vista biológico.(1)
Por lo tanto la ionización del aire se refiere a la pérdida o ganancia de electrones de las moléculas que están en los gases atmosféricos.
Los iones se producen espontáneamente en la naturaleza por radiaciones cósmicas, por fenómenos meteorológicos (tormentas, rayos, vientos, etc.), por saltos de agua, por radiaciones de la tierra y otras causas diversas. Los iones positivos suelen producirse por fricción de masas de aire entre sí, siendo el fenómeno especialmente notable en las horas previas a la tormenta. También ciertos vientos provocan un exceso de cargas positivas.
Los iones positivos también son generados por todos los equipos eléctricos, incluyendo las transmisiones de radio y televisión, las pantallas de los ordenadores, las líneas de corriente eléctrica, por el aire acondicionado y por las emisiones y procesos automotrices e industriales. Las corrientes telúricas y La radiactividad natural provocan una ionización positiva.
Los textiles y telas sintéticas tienden a atrapar y dar una carga estática y puede influir significativamente en la mezcla de ionización del aire que llega a una persona. Las casas y otros edificios construidos para ser herméticos al aire y eficientes energéticamente, reciclan la mayoría del aire interno, lo que también aumenta la concentración de iones positivos, esta recirculación del aire también ayuda a mantener o aumentar la población de bacterias, virus y otros contaminantes. Los efectos adversos de los iones positivos generados por estos sistemas pueden ser evitados por el uso de ionizadores naturales como son las plantas.
Con el agua en movimiento (saltos, cascadas, a orillas del mar) se tienen otras fuentes de ionización negativa,. Esto se nota hasta en la ducha domiciliaria o al lado de las fuentes de las plazas públicas. Las zonas montañosas son lugares de especial ionización negativa, por la masa boscosa que crean ambientes cargados negativamente.
Un excesivo predominio de iones positivos es perjudicial para nuestra salud, debilita a las personas y al resto de los seres vivos, disminuye nuestras defensas inmunológicas, dificulta la circulación sanguínea y suele acarrear problemas respiratorios. De hecho, el polvo en suspensión del aire atrapan los iones negativos, lo que hace que predomine el ambiente cargado positivamente provocando dificultad al respirar. Por otra parte, las minúsculas gotas de agua en el aire atrapan los iones de carga positiva dejando un ambiente cargado negativamente. Esto se nota en el ambiente agradable después de una buena lluvia, en medio de un bosque espeso o cerca de una cascada.
Hoy en día, a pesar de los conflictos en los resultados de los diversos estudios, un número cada vez mayor de literatura científica sugiere que, aunque las personas varían en su sensibilidad hacia los iones, la ionización natural o artificial de una porción pequeña de aire en el ambiente, puede influir significativamente en la fisiología, estado de ánimo y rendimiento de los humanos. Con los iones negativos no existe la posibilidad de sobredosis ya que estos se desintegran en segundos. No se ha reportado ningún efecto que produzca enfermedad por respirar aire con iones negativos (oxígeno por ejemplo) por varias horas, un día e incluso por varios meses (siempre y cuando no se produzcan cantidades excesivas de ozono). Se ha visto que el inhalar oxígeno (iones negativos) mejora la capacidad de concentración, aumenta la habilidad para recuperarse de lesiones, se registran menores infecciones bacterianas y se logra una sensación de bienestar general.
Con la tecnología adecuada es posible medir los iones ambientales y corregir su polaridad.
(1) Neufert el arte de proyectar en arquitectura.