Las radiaciones naturales
La Tierra es un inmenso campo magnético con dos polos, norte y sur. Con este magnetismo hemos evolucionado y es imprescindible para la vida. Por ejemplo, las aves, peces, abejas, etc.. dependen de él para realizar sus movimientos migratorios.
El campo magnético terrestre experimenta variaciones locales, Las alteraciones geofísicas del subsuelo: fallas, áreas de contacto entre diferentes tipos de materiales, yacimientos metalíferos, etc.., influyen directamente en la intensidad del campo magnético terrestre.
En la Península Ibérica se sitúa entre los 32.000 y los 45.000 nT aproximadamente, pudiendo haber variaciones locales incluso por encima de los 20.000 nT (cualquier variación por encima de 10000 nT se considera extrema (IBN)), eso significa que el terreno donde vivimos, puede estar sometido a cambios magnéticos, por lo tanto nuestro sistema biológico está obligado a adaptarse continuamente a estos cambios, lo que supone un gran estrés para el mismo y si ese lugar es un dormitorio o puesto de trabajo, la probabilidad de sufrir enfermedades graves es mayor, más aún si estamos sobre estructuras que contengan algún metal ferromagnético.
Un análisis de este campo magnético puede detectar las variaciones del mismo en un lugar concreto de la superficie terrestre. Para ello, se emplea un medidor de campos magnéticos continuos, que detecta la densidad de flujo magnético en nT (nanoteslas), pudiendo localizar y evitar las zonas de mayor variación para lugares de máxima estancia.
Además de los cambios magnéticos en la superficie terrestre, también pueden darse variaciones electromagnéticas(líneas de agua subterránea, zonas de mayor ionización positiva…), radiactividad natural (la radiación cósmicas, o procedente de determinados tipos de rocas del subsuelo, como granitos y basaltos), las redes geomagnéticas naturales, como la red Benker o la red Curry, que conforman cuadrículas globales de líneas de fuerza magnéticas y que producen alteraciones electromagnéticas locales en la superficie terrestre.
La acumulación de una o barias de estas radiaciones naturales en un mismo punto, genera puntos geopatógenos que hay que localizar y evitar para protegernos de posibles consecuencias sobre nuestra salud.
Muchas veces con solo la observación de las naturaleza (esto se ha perdido y no se tiene en cuenta) nos daremos cuenta de que una zona no es propicia ya sea para construir una casa o siquiera para permanecer un periodo largo de tiempo, por ejemplo: crecimiento irregular de plantas (arboles con crecimiento anormal, exceso continuado de plagas y enfermedades en una misma zona, crecimiento deficiente, etc.) o crecimiento muy bueno de un determinado tipo de flora que indica un tipo de radiación es mas fuerte en esta zona, o grietas en el terreno, o la reacción de los animales en determinados lugares, incluso olores, etc.. Las radiaciones naturales están ahí y tenemos que ser conscientes de ellas, para evitarlas o beneficiarnos de sus efectos positivos que también los tienen.
También es importante entender las relaciones de estas radiaciones naturales en combinación con radiaciones artificiales, ya que su influencia negativa sobre los seres vivos se multiplica exponencialmente, pudiendo causar estragos en nuestra salud en poco tiempo.
La disciplina de la geobiología estudia estas relaciones, con conocimientos casi perdidos de nuestros antepasados a los que muchas veces consideran vestigios arcaicos de creencias absurdas, pero que encierran un sabiduría y conocimiento del entorno superior al que se pueda llegar a tener con cualquier tecnología contemporánea, a parte de un respeto y consciencia por la vida y el ecosistema que les hacia crecer y evolucionar, el conocimiento bien empleado nos hace conscientes de nosotros mismos y nuestro entorno.
Por lo tanto la geobiología analizara los factores de riesgo tanto naturales como artificiales, para vivir en un entorno sano.